La silla de pensar o el tiempo fuera (time out), es una técnica que se emplea como apoyo en la modificación de conducta.
Se utiliza cuando el niño está haciendo o ha hecho algo que está mal, o cuando está experimentado emociones fuertes.
La finalidad de la silla de pensar es que el niño reflexione y tome consciencia de que ha tenido un comportamiento equivocado.
Está indicada a partir de los 4 o 5 años de edad, que es cuando el infante ya posee la capacidad de controlar sus impulsos y reflexionar sobre sus acciones.
Puede llevarse a cabo en cualquier espacio y/o lugar, ya sea una silla o un sofa, en una habitación dónde de preferencia se pueda observar al infante.
Se puede comenzar con un tiempo de 30 segundos e ir aumentando a 45 segundos y así hasta alcanzar el minuto en cada ocasión en la que la que la técnica sea utilizada. Se recomienda usar cronómetro.
Para esto primero le diremos a nuestro hijo (a) que es moemento de “tiempo fuera”, “tiempo de pensar”, “tiempo de resolver conflictos”, utilice la frase que se adapte al tipo de situación; y que deberá sentarse un momento a reflexinar en lo que ha hecho y que ahora iremos a hablar con él o ella y conversar sobre lo que ha pasado.
Se lo deberás decir de la forma más calmada posible, siempre intentando que el infante observe serenidad en nosotros con un rostro amable y pacífico. Así el pequeño no se sentirá abandonado en ningún momento, ya que siempre estará siendo observado y acompañado.
Este deberá tomarse como un espacio donde se solucionan juntos los problemas y los malos comportamientos que han surgido.
El infante irá primero a sentarse y una vez que haya permanecido un minuto reflexionando, irán los padres a hablar con él. Es muy importante respetar el tiempo que se le asigne al niño, ya sean segundos o minutos, estos deberán ser respetados, de lo contrario podría causar inefectividad en la técnica.
Es necesario un diálogo comprensivo en el que aprenderás de forma recíproca sobre la situación y su comportamiento. Es mucho más beneficioso para la autoestima del niño y para crear un ambiente familiar de respeto y amor.
La base para la resolución de conflictos con nuestro hijo debe ir acompañada siempre de afecto y cariño. El niño no siempre tiene razón, de eso no hay duda, y muchas veces también sabe que lo que está haciendo está mal, pero necesita el diálogo de sus padres para resolver el motivo por el que hace lo que hace y para a tráves de este mismo diálogo comprenderse mejor a sí mismo.
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